Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.
Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
Marcos 5:22-29
Al leer esta porción del capítulo bíblico, vemos a dos personas en medio de una gran angustia al llegar a donde Jesús estaba, ellos son Jairo y la mujer con el flujo de sangre, ambos con una necesidad de sanidad física, Jairo anhelaba la sanidad para su hija, y la mujer buscaba la sanidad para si misma; es de suponerse que ellos habían escuchado acerca de los milagros de Jesús, y los dos tuvieron que dar un paso antes de llegar a Jesús. ¿Cuál es ese paso?
El paso de fe
A muchos nos resulta verdaderamente incómodo pedir ayuda a otros, ya que debemos enfrentar la frustración de sentirnos humillados al no poder resolver la situación por nosotros mismos; pero damos ese paso con valentía y acudimos a quien puede ayudarnos. Acudir a Jesús, cuando nadie más nos puede auxiliar, sin duda alguna, también resulta muy incómodo, y también requiere valentía, pero es el paso que cambiará nuestra vida para siempre.
Este paso de fe, tal vez sea el más difícil que tenemos que dar todas aquellas personas que en medio de una aflicción decidimos buscar a Jesús, porque ese paso lo damos solos, del segundo paso en adelante estaremos acompañados de Jesús; porque Él nos está esperando, Él nos escucha, Él nos atiende, Él nos acepta, Él entiende nuestra situación, Él resuelve, pero por sobre todas estas cosas: ¡Él nos ama!
¿Qué obstaculiza dar el paso de fe?
La incredulidad es uno de los principales obstáculos; cuando no conocemos a Jesús, cuando no tenemos relación íntima con Él, es difícil llegar de un momento a otro para pedirle por nuestra circunstancia de aflicción y más difícil aún es creer que verdaderamente Él podrá ayudarnos, y esa incredulidad se debe a que nuestra propia humanidad nos dice que primeramente debemos acudir a nuestras posesiones (abundantes o escasas), a nuestro conocimiento (amplio o limitado) y a quienes amamos (familiares y amigos).
Enfrentar los posibles obstáculos
Jairo era uno de los principales de la Sinagoga, y la mayoría de los de la Sinagoga estaban en contra de Jesús, podríamos imaginar que eso fué un obstáculo que Jairo tuvo que echar abajo para poder dar ese paso de fe e ir a Jesús, postrarse ante Él y pedirle sanidad para su hija moribunda; por otro lado la mujer con flujo de sangre se consideraba impura según la ley levítica (Levítico 15:25-27), y a quien ella tocara también sería impuro y estarían impedidos de participar ceremonialmente, y aún así, ella dió el paso de fe y se acercó para tocar el borde del manto de Jesús.
Como si fuera poco, en medio de nuestra aflicción habrá obstáculos que estarán impidiendo que demos ese paso de fe; pero tengamos ahora presente que si Jesús escucho a Jairo y le acompañó hasta su casa, y con Poder sobrenatural libró de la enfermedad a la mujer con el flujo de sangre, también puede hacerlo con nosotros el día de hoy. Atrevámonos a dar el paso con valentía, ese paso de fe.
¿Cuál es ese obstáculo que le impide a usted ir hacia Jesús? ¡Derríbelo! Tenga la seguridad de que su necesidad también será escuchada.
Le invito a leer todo el capítulo 5 del libro de Marcos, se asombrará sobremanera de lo que Jesús hizo con la hija de Jairo.